El nombre de
Al Columbia puede resultar desconocido para la mayoría de los lectores españoles, pero sin duda es uno de los autores que con menos trabajo publicado, más cometarios, especulaciones e intriga han despertado en el mundo de los cómics. Todo comenzó con
Alan Moore,
Bill Sienkiewicz, y su inacabada serie
Big Numbers. Sienkiewicz se desvinculó del proyecto cuando Tundra rechazó sus
páginas para el tercer número, y se decidió que el encargado de continuar en el apartado gráfico de la serie sería Al Columbia, a la sazón ayudante de Sienkiewicz, que estaba saturado de proyectos y de problemas personales. Según la leyenda, Columbia dibujó el cuarto número de la serie y después, inexplicablemente, timó 20.000 dólares a
Kevin Eastman (editor de Tundra), destruyó su propio trabajo y desapareció de la circulación durante prácticamente dos años. En 1994 publicó con
Fantagraphics The Biologic Show, y a partir de 1995 volvió a poder verse su trabajo en distintas antologias como
Zero Zero y
Blab. En Junio de 2000 escribía en la
página de comentarios de The Comics Journal, recordando la época en la que produjo las citadas páginas para después destruirlas:
“Lo recuerdo como algo muy divertido, en realidad. Pude follarme a un montón de chicas, gastar dinero y ser conducido alrededor de Londres en una limusina blanca Rolls-Royce (¡dos veces!). Estos son sólo unos de los pocos lujosos beneficios dispensados por Kevin Eastman, gracias a su crédito y amabilidad. Es cierto que Kevin tiene un gran corazón -sin sarcasmos.”
“Supongo que en último término debo disculparme públicamente ante él por retener y finalmente destruir el trabajo que él me pagó por hacer. Cierto, él nunca los compró “en propiedad”, y legalmente no tenía derecho a reclamarlo, pero aun así… éticamente hablando, debí habérselo entregado para que lo usase a su antojo, de acuerdo con nuestro contrato. (…). A riesgo de arruinar todo el misterio alrededor del suceso, contaré como recuerdo que sucedieron las cosas… tan breve y claramente como sea posible. Me pagaron 9.200 dólares para completar el número cuatro de Big Numbers. Muchas veces Paul Jenkins era lo suficientemente bueno como para pagarme cada vez que le visitaba, sin ni siquiera ver las páginas. Realmente llegué a apreciar a Paul tras un tiempo. Me sentía mal por toda la responsabilidad y presión que recaía sobre él. Recuerdo que a menudo estaba sudando y los ojos se le salían de las órbitas como si fuera un dibujo animado. Tenía muchas cosas sobre sus espaldas. Era un tipo que trabajaba duro. En realidad, lo constantes esfuerzos de parte de Paul son para aplaudirle.”
“Sin embargo, mi opinión de que Paul puede ser una serpiente en la hierba está fuera de lugar y no tiene que ver con lo que pasó. En realidad me trató como a un hermano pequeño. Era un adorable tipo inglés.”
“Vale, no se lo digáis a nadie, pero para ser sinceros, ni siquiera terminé el número -pero igualmente fui pagado por él. La razón por la que destruí las páginas fue porque no podría haber admitido que sólo había completado como la mitad del número cuando me despedí, a pesar de haber cobrado todos esos cheques. Amaba el dinero de Kevin, de vedad que sí.”
“Ya veis, nunca tuve intención de permanecer en el proyecto, simplemente me mantuve involucrado en él para ganar (a través del dinero de Eastman) cierta prominencia, en cuyo momento lo dejé de la manera que todos hemos oído. De esta manera, sin pruebas visibles del trabajo, siempre brillaría como una obra maestra en las mentes e imaginación de la gente. Sería vilipendiado por algunos y convertido en una especie de héroe por otros que que entienden o simpatizan con la “integridad artística” y toda esa mierda punk rock”
“Sí, soy un chico con cuernos. No hay una sola cosa que diga o haga que no esté pensada para obtener un resultado específico. Todos y cada uno de los rumores sobre mí fueron generados y manufacturados por mí y nadie más que yo. Por favor, permitid que me presente…”