Por Emilio Eiranova
“Hoy he tenido la grata sorpresa de encontrarme con un e-mail de este pintor en el que me invitaba a ver su obra. La he visto, y aunque la conocía, le he dedicado un tiempo de reflexión. Antes de exponer mis conclusiones, te agradezco Eduardo tú e-mail, y esta opinión que escribo tiene toda la honestidad con la que tú pintas. En otra entrada de este blog hablaba de la importancia del "trazo" en el dibujo; ello lo hacía a propósito de la función del punto y la línea sobre el plano. Pues bien, a Eduardo Alvarado se le va el carácter en el dibujo. Al acercarse a la realidad y contemplarla, Eduardo tiene como motivo preferido al hombre. La inmensa mayoría de su obra es figurativa. Mira al hombre, y cuando lo hace no es por un afan de belleza, sino para buscar y deshacer el enigama que lo envuelve. Eduardo no imita lo que ve, lo escudriña, lo abre, y mira en su interior para ver lo que encuentra. Para ello, su dibujo se deja llevar por el carácter del pintor, buscando en la figura algo de esa dimensión escondida del hombre que siempre parece terminar por perderse. Sus trazos desiguales, puestos encima de las manchas, las rayas: de aquí para allá, parecen cortes en la realidad por donde se quisiera que el hombre descubriese su esencia al pintor. En realidad, no existe otro hombre en el que mirar que uno mismo, y por ello digo que en su intento, Eduardo, se deja el carácter en cada línea y cada mancha de dibujo. Su dibujo es introspectivo, psicoanalítico. Se aleja de la realidad todo lo que puede para hundirse en el misterio de la psicología del hombre. Sólo queda conectado por la realidad por la mínima expresión formal de la figura. El propio Eduardo no niega su admiración por Klimt y Schiele. A mi modo de ver, Eduardo se acerca más en el carácter y en el estilo a Schiele. Tienen la misma preocupación introspectiva que, curiosamente, a los dos parece llevarles a lo que quizás no sea el mejor lado del hombre. En la exploración del interior del hombre Eduardo sólo llega a la expresión psicológica de la angustia, el vacio de la muerte, el sexo, los huesos. Reconozco que la obra de Eduardo Alvarado me gusta y me inquieta. Me gusta por lo brillante, simple y lo fresco de sus dibujos; me inquieta porque no extrae nada positivo de su visión sobre el hombre. El artista debe exprear lo que siente, y en esto Eduardo es honesto; pero el Arte debería traernos a este mundo lo mejor que hay en él. Queridísimo Eduardo, entre las tripas, los huesos y la psicología del hombre, jamás verás su alma. Para encontrarla en la búsqueda que tanto te preocupa, se necesita de Dios. Termino volviendo a darte las gracias por tu e-mail y por la honestidad de tu trabajo. Al lector de este blog le remito a la página web de este magnífico pintor: www.eduardoalvarado.com .”