“Desde que Lou Rhodes migró al campo, tras dejar los sintetizadores, la ciudad y a Lamb [...] toda su vida huele a madera húmeda, a rocío y a brisa. Su segundo disco como solista, Bloom, es un manifiesto de folk contemporáneo en el cual cada arreglo de guitarras se entremezcla como enredadera por entre toques de metálicos triángulos, tambores y platillos. Pareciese ser que la gruesa voz de Lou fuese la añosa madera de bosques cargados de fría humedad, en los que las palabras crecen como delicadas hierbas y hasta la maleza tiene un terso frescor. Cada canción es una alegoría natural del corazón, un mensaje directo al alma, un torrente de agua por entre las piernas. Todas son la belleza y la pasión del sol al amanecer y el titilante resplandor del lucero de la tarde. Todas vienen desde dentro y emergen cuan emocionante parto, como cada mínima floración, que convierte a la rama en flor, la flor en fruto y el fruto en amor.”