Luis Claramunt
1951 - 2000
"jugaste como nunca,perdiste como siempre"
imagen del taller de Luis Claramunt en la calle Montera a finales de los años 90
Cuchillo blanco ,cuchillo negro. Intermitentemente, incluso con una cierta periodicidad interna e incontrolable, aparecen artistas que, sin aprender en escuelas y academias, sin necesidad de conocer no controlar las reglas del juego, adquieren el dominio y el control de un lenguaje artístico. Y lo hacen por pura pulsión vital, por una íntima creencia. [...] Ya desde un primer momento va a enarbolar una actitud, una voluntad expresionista, que mantendrá constante a lo largo de toda su trayectoria. Claramunt es un artista por actitud, por convicción. No se casa con ninguna corriente, no se ha dejado embriagar por los cantos de sirena de las nuevas estéticas. Infatigable paseante de las ciudades y sus noches, atento viajero por las marismas nocturnas, marismas de alcohol, flamenco, conversación y delirios. Controvertido, escéptico, rebelde, es uno de los pocos pintores que aún posan su empeño vital en cada nuevo cuadro que respira. Al contemplar sus obras- que es en cierto modo, cómo verle a Él, siempre de negro, esa figura agitanada con aire de joven patriarca- uno tiene siempre la sensación de estar caminando por el filo de una cuchilla, los pies, a veces van desnudos, en otras ocasiones ligeramente calzados; como si cada cuadro estuviera pintado al borde de un abismo, en el límite de alguna frontera, marcada seguramente por los dictados de su propia conciencia. Porque en éste sentido, y quizá sólo en ése, la obra de Claramunt tiene una gran carga ética, su propia ética fronteriza y limítrofe. No hay en Él un deseo de marginalidad, sino más bien una consciente y lúcida decisión de situarse en los límites, fuera de ese tiempo y de ese territorio impuesto por modas y corrientes. Uno de los rasgos que más seducen de él es esa singular radicalidad e independencia con que hace frente al toro negro de la vida y la pintura. Pocas veces van tan parejas una obra y una actitud vital. Alguien que lo conoce bien lo ha definido así vive en la libertad del hombre primitivo, no participa en la vida social ni hace concesiones a nadie. Es un pintor que por su calidad podría estar en la cumbre, pero se aparta de todo lo que sean concesiones para trepar. [...]
Francisco Carpio, revista Lápiz, marzo 2000