17.4.11

NOTAS SOBRE MARTIRES + PIEDRAS


Introducción biográfica:

Me llamo Eduardo Alvarado y soy dibujante y pintor.

Tengo 38 años.

Nací y viví hasta los 18 en Miranda de Ebro, una pequeña ciudad situada al norte de España, en la península ibérica, en el extremo septentrional de la provincia de Burgos, en la frontera con el sur del País Vasco y cercana a la comunidad de La Rioja.

Mi familia es oriunda de la región de Extremadura, y el desencuentro de idiosincrasias generó en mi un sentimiento de ausencia de raíces.

Cursé los dos primeros años de estudios universitarios en la ciudad de Bilbao y los tres últimos en Madrid. Al finalizar, inicié una frenética carrera de mudanzas que se tradujo en el hecho de haber trasladado vivienda y taller casi diez veces en el transcurso de diez años.

He tenido la suerte de pertenecer a una familia que fomentó mi interés por el arte. Alguna vez he comentado que siempre recordaré el asombro que me provocaban las reproducciones de las pinturas que colgaban de las paredes del pasillo de la casa de mis padres.

Crecí admirando el arte del renacimiento italiano (con Miguel Angel a la cabeza), el del barroco español (con Velazquez, Ribera y Zurbarán) y el de la antigüedad remota y los pueblos primitivos.

Con 16 años descubrí asombrado las obras de los pintores austriacos Gustav Klimt y Egon Schiele.

Estos dos artistas y algunos ilustradores, especialmente Barron Storey, se añadirían a mi lista de artistas ejemplares.

Con ellos, como referente de juventud, fue con los que inicié mis estudios de Bellas Artes.

Mi encuentro con la contemporaneidad artística oficial fue como una terapia de choque.

Mis intereses eran motivo de rechazo, discusión e incluso burla.

Yo quería que me enseñaran a dibujar y pintar, y no solo muy pocos demostraban interés por esos asuntos, sino que entre los que decían tenerlo, pocos podían demostrarlo.

Si a esto añadimos mi personalidad de naturaleza independiente, puedo describir mi etapa de formación, cuanto menos, como complicada.

Parecía casi imposible plantear la posibilidad de una "nueva" pintura figurativa. Como si después de Bacon ya no se pudiese pintar nada mas...

O esa era, al menos, como yo interpreté, la actitud oficial.

Por suerte, conté con la ayuda de algunos aliados que, consciente o inconscientemente, me fueron aportando claves: Julio Hontana, Concha Pérez Rosales, Pedro Martínez Sierra, Marta Cárdenas, David Muñoz...

Trabajé mucho y a mi manera, y en ocasiones hasta la extenuación.

Experimenté, busqué, investigué, leí, viajé... y así, mi periodo de formación esencial se prolongó bastantes años más.


Notas:

Durante este tiempo, mi "estilo" fluctuó entre un espectro de sensibilidades estéticas en cuyo extremo situaría el realismo y el informalismo, representados principalmente por las obras de Antonio López y Lucian Freud por un lado, y de Antoni Tapies y Joseph Beuys por el otro.

Estas eran dos tendencias muy en boga en aquellos días, justo antes de que la irrupción de las nuevas tecnologías e internet cambiaran el mundo.

Y recorriendo este abanico, la multiplicidad de posibilidades que ofrece el concepto de expresionismo; tantas, sino mas, como individuos.

Para completar este diagrama y explicar la forma en que actualmente entiendo mi trabajo, lo represento como un cuerpo esférico dentro de un universo al que es permeable, y que si despliego a modo de mapamundi, presenta como puntos cardinales el realismo e informalismo que ya he nombrado y, transversalmente, el arte primitivo y la tradición pictórica.

También me es importante recordar que, en el año 97, en plena etapa de formación, realicé una serie de versiones "expresionistas" sobre pinturas de Velazquez.

Y que aprendí mucho, pero que entonces, el resultado no me satisfizo, y que prácticamente inédita, la destruí en su conjunto.

Y continué trabajando.

Descubrí nuevos referentes contemporáneos: Oliveira, Diebenkorn, Edmondson, Michiels, Frohsin, Goenaga, Zuriarrain, Rauchwerger, Graham, Baker, Fetting, Menck, Louw, Maya, Mezquita...

Y la confirmación de una idea o sentimiento que ya expresó Egon Schiele: "el arte no es moderno, el arte es eterno".

10 años después, en un acto de extrema sinceridad, quería sentir que, en al menos en el arte, algo era "verdad", y pinté del natural mi primer vánitas.

Después pude representar el esquema sobre el que se basarían mis nuevos trabajos: un triángulo en cuyos vértices situé la distancia, el punto de vista y la iluminación.

Y en el centro de este esquema simbólico, el modelo concebido como forma y fondo.

Desde entonces, el tiempo se ha convertido en mi principal herramienta de trabajo.

Tiempo para vivir la experiencia de crear.

Y de verdad, siento como si albergase en mi interior las imágenes que produzco desde siempre, desde que era niño, o incluso antes.

Casi como que siempre quisiese pintar lo mismo.

Y entiendo "que no hay nada nuevo bajo el sol" (Eclesiastés 1.9) o que es necesario que todo cambie para que todo siga igual.

Finalmente, cuando en el año 2009, visité al gran Nathan Oliveira -después de expresarle mi admiración y presentarle mis disculpas por utilizarle como fuente de inspiración- el, mirando mis trabajos, dijo que no le recordaban a los suyos, sino a la gran pintura española del siglo de oro y a la tradición europea que abarca desde Atapuerca a Picasso.

Entonces recordé un comentario temprano de alguien muchos años atrás, explicando mis pinturas como actualizaciones de la retratísitica española de toda la vida.

Personajes aislados sobre fondos atemporales.

Y cuan paradójico resulta que haya tenido incluso que viajar a otros continentes para reconocer mi origen...

Mis raices!


Dedicatoria:

A mi abuelo F.A.V. que en los últimos años de su vida expresó su deseo de ver una pintura mía con el tema de una crucifixión.

Agradecimientos:

A la pintora Marta Argüelles.