El sistema puede albergar tanto sus partes más vitales e imprescindibles como sus grumos, sus defectos estructurales, sus anomalías; incluso, cuando utilizo la goma, no lo hago sólo para eliminar alguna zona no errónea pero sí "muerta", un tejido insalvable, definitivamente seco, sino también para sumar un nuevo blanco, un silencio, como una nueva nota muda cuya sonridad depende más del contexto que de sí misma. Y, efectivamente, vuelvo una y otra vez sobre el trazo, precisamente porque no hay formulación sectorial o parcial sino un conjunto de formulaciones que se suman, se restan, se dividen y se multiplican entre sí hasta que el propio dibujo expulsa toda acción que quiera seguir ejerciéndose sobre él. [...]
El dibujo primero y último: fidelidad y disonancia, por Eduardo Stupía, en el catálogo Obra reciente del IVAM INSTITUT VALENCIA D'ART MODERN.