18.12.12

TWILIGHT, 2000

Eduardo Alvarado Sánchez-Cortés
2000 óleo/lienzo 146 x 114 cm


Apenas han pasado 20 años (Royal Academy of Art. London 1981) desde que Christos M. Joachimides escribiese A new Spirit in Painting ("Los manifiestos del arte moderno". Ana M. Guasch. Akal 2000) y aún podemos sentir la excitación de su encabezamiento, describiendo la segunda "proliferación" de la pintura en los estudios de los artistas. Y en su apoteosis final podría hacernos creer en un Renacimiento de la Pintura -el primero de esta especie, si es que en algún momento fue derrocada del puesto ganado durante siglos-: "Los artistas aquí reunidos nos invitan a ver las cosas con los ojos frescos [...]", -decía con entusiasmo el autor. Puede que a esta situación fin de siglo, hayan contribuido, la abolición del término "tonto" del diccionario duchampiano del pintor y, en consecuencia climática, el deshielo de los casquetes polares en la reactivación pictórica de los artistas.

Las muestras de agotamiento de la pintura son obvias, ya tiene edad, pero vayamos por orden: a) Las Universidades de Bellas Artes y sus hermanas menores las Escuelas de Arte fundamentan su existencia en la enseñanza de técnicas y experiencias pictóricas, como introducción caligráfica a diferentes estados y múltiples formulaciones en la interpretación de un "asunto"; b) La maquinaria galerística programa su temporada con una media entre el 60% y 70% de obra pictórica -importa poco la marca galerística-; c) La macroestructura desgrabadora de impuestos -léase: ayudas, concursos, becas, premios, etc.-, tanto de instituciones públicas o privadas, sólo muy recientemente, han incorporado en sus anquilosadas bases otras disciplinas artísticas surgidas a lo largo del siglo XX; d) Los museos, en las últimas décadas, en su legítimo afán memorístico e historiográfico han recuperado exposiciones antológicas, en apabullante mayoría pictóricas; e) Las herramientas informáticas en su vertiginoso e irremediable destino deben parte de su éxito a la fortuna con la que han democratizado el uso de recursos reservados a la pintura, con la novedosa inclusión de la asepsia, eso sí. f) Los coleccionistas siguen demandado pintura, ya sea por culpa del espacio expositivo, almacenaje, o por una sospechosa desorientación. 

La pluralidad estética ha permitido a la pintura desenmarañarse de polizones que ven mayores posibilidades para conseguir sus objetivos en otras artes. En consecuencia, la Pintura ha tenido tiempo de mirar a su alrededor y acometer la transformación necesaria sin demasiados ojeadores, recuperando la calma, sin prescindir del vértigo y diletancia de los tiempos. Se ha extendido y contaminado, casi diría propagado, silente entre arquitecturas, paisajes, cortinajes, plásticos, focos, teclados, y pantallas haciendo acopio de la voraz ingesta de este siglo. Entre esas transformaciones otra no menos importante le corresponde al pintor, elaborando discursos, incluso a veces en contra mismo de la Pintura, con una mirada desprejuiciada, omitiendo a los que trajinan en capillas con ábsides demasiado consagrados, que por transitados caminos, ya trincheras, se arropan como soldados en el frente. La Pintura no proclama su triunfo, bárbara estupidez, pero nunca ha dejado de insinuar su vitalidad. El deshielo, dicen los científicos, se está produciendo a gran velocidad, y hablan de aumento de las temperaturas, mareas que anegarán islas, gigantescas olas... 

Texto: Julio Hontana

Imagen y texto pertenecientes al catálogo de la X Feria de Arte Contemporaneo FLECHA edición 2001