10.8.10

VANGHONIANO

Imagen de Eduardo Alvarado en Santa Lucía de Ocón (La Rioja) durante el transcurso de la octava edición de "Arte en La Tierra" en Agosto de 2010.

Fotografía: Rafael Lafuente

DELIRIOS DE GRANDEZA

9.8.10

LA SOMBRA DEL AMOR

2010 óleo/lienzo 38 x 46 cm

LAS LAGRIMAS


SOBRE EL SUICIDIO

Por Antonin Artaud


Antes de suicidarme quiero que se me asegure que así será, querría estar seguro de la muerte. La vida sólo se me aparece como un consenti-miento a la legibilidad ilusoria de las cosas y a su vínculo con la mente. Ya no me siento como la encrucijada irreductible de las cosas, la muerte que cura, cura desligándonos de la naturaleza, pero ¿y si no fuera más que una suma de dolores donde no ocurren cosas? 
Si me mato, no será para destruirme, sino para reconstituirme; el suicidio no será para mí más que un medio de reconquistarme violenta-mente , de hacer brutalmente irrupción en mi ser, de dejar atrás el incier-to avance de Dios. Por medio del suicidio, reintroduzco mi diseño en la naturaleza, doy por primera vez a las cosas la forma de mi voluntad. Me libero del condicionamiento de mis órganos, tan mal adaptados a mi yo, y para mí la vida deja de ser un azar absurdo donde pienso lo que me dan a pensar. Elijo entonces mi pensamiento y la dirección de mis fuerzas, de mis tendencias, de mi realidad. Me coloco entre lo bello y lo feo, lo bueno y lo maligno. Me quedo suspendido, sin inclinación, neutro, presa del equilibrio de las buenas y las malas peticiones. 
Porque la vida en sí misma no es una solución, la vida no tiene nin-guna clase de existencia elegida, consentida, determinada. No es más que una serie de apetitos y de fuerzas adversas, de pequeñas contradicciones que alcanzan su fin o abortan siguiendo las circunstancias de un azar odio-so. El mal, como el genio, como la locura, se encuentra instalado de mane-ra desigual en cada hombre. Tanto el bien como el mal son el producto de las circunstancias y de un sentimiento que se potencia hacia algo más o menos activo.
Es ciertamente abyecto ser creado, vivir y sentirse irreductiblemen-te determinado hasta en los menores reductos, hasta en las ramificacio-nes más impensadas de su ser. Después de todo no somos más que árbo-les y probablemente esté inscripto en un recodo cualquiera del árbol de mi raza que algún día me mataré. 
La idea misma de la libertad del suicidio cae como un árbol talado. No soy el creador del tiempo, ni del lugar, ni de las circunstancias de mi suicidio. Ni siquiera doy origen al pensamiento, ¿sentiré la arrancadura? 
Puede que en ese instante mi ser se disuelva, pero si permanece en-tero, ¿cómo reaccionarán mis órganos arruinados, con qué órganos impo-sibles registraré yo el desgarramiento? 
Siento la muerte sobre mí como un torrente, como el sacudón ins-tantáneo de un rayo del que no alcanzo a imaginar la capacidad . Siento la muerte cargada de delicias, de dédalos en remolino. ¿Dónde está, en esto, el pensamiento de mi ser? 
Pero he aquí de pronto a Dios como un puño, como una guadaña de luz cortante. Me he separado violentamente de la vida, ¡quise remontar mi destino! 
Dispuso de mí hasta el absurdo, este Dios; me ha mantenido vivo en un vacío de negaciones, de encarnizados renegares de mí mismo, ha des-truido en mí hasta los menores empujes de vida pensante, de vida sentida. Me redujo a ser como un autómata que camina, pero un autómata que sintiera la ruptura de su inconsciencia. 
Y he aquí que quise dar pruebas de mi vida, que quise unirme a la resonante realidad de las cosas, que quise romper mi fatalidad. 
¿Y qué dice Dios? 
Yo no sentía ni la vida, la circulación de toda idea moral era para mí como un río reseco. La vida no era para mí un objeto, una forma; había devenido una serie de razonamientos. Pero razonamientos que daban vueltas en el vacío, razonamientos que no daban vueltas, que estaban en mí como esquemas posibles que mi voluntad no llega a fijar. 
Para llegar al estado de suicidio, necesito el retorno de mi yo, nece-sito el libre juego de todas las articulaciones de mi ser. Dios me colocó en la desesperación como en una constelación de callejones sin salida cuya iluminación conduce hasta mí. No puedo ni morir, ni vivir, ni desear morir o vivir. Y todos los hombres son como yo.

BUITRES

2010 grafito papel 24 x 16 cm

APRENDER EL PAISAJE


MI FINAL ES MI PRINCIPIO

FIN

Fragmento de "Carta a un rehén" de Antoine de Saint-Exupéry.

Pero hoy ocurre que el respeto por el hombre, condición de nuestro ascenso, está en peligro. Los crujidos del mundo moderno nos han hundido en las tinieblas. Los problemas son incoherentes, las soluciones contradictorias. La verdad de ayer ya está por construirse. No se entrevé ninguna síntesis válida, y cada uno de nosotros sólo lleva consigo una parcela de la verdad. Las religiones políticas, carentes de evidencia que las imponga, apelan a la violencia. Y así, mientras nos dividimos en lo que respecta a los métodos, corremos el peligro de no volver a reconocer que todos nos apresuramos hacia el mismo fin.

TIERRA Y PIEDRAS

AMISTAD

Fragmento de "Carta a un rehén" de Antoine de Saint-Exupéry

Por esta razón, amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mi, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, mas alla de mi mismo, en esa cita que será la nuestra.

¡Estoy tan cansado de polémicas, de exclusividades, de fanatismos! En tu casa puedo entrar sin vestirme con un uniforme, sin someterme a la recitación de un Corán, sin renunciar a nada de mi patria interior. Junto a ti no tengo ya que disculparme, no tengo que defenderme, no tengo que probar nada. Como en Tournus, hallo la paz. Mas allá d mis palabras torpes, mas allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mi simplemente al Hombre, tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbre, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte, te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero.

Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido, me siento puro en ti y voy hacia ti. Tengo necesidad de ir allí donde soy puro. Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas las que te informaron acerca de lo que soy, sino que la aceptación de quien soy te ha hecho, necesariamente, indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas. Te estoy agradecido por que me recibes tal como soy. ¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga? Si recibo a un amigo en mi mesa, le ruego que se siente, si renguea, pero no le pido que baile.

Amigo mío, tengo necesidad de ti como de una cumbre donde se puede respirar. Tengo necesidad de acodarme junto a ti, una ves más a orillas del Saona, sobre la mesa de una pequeña hostería de tablones desunidos, y de invitar allí a dos marineros en cuya compañía brindaremos en la paz de una sonrisa semejante al día.
Si todavía combato, combatiré un poco por ti. Tengo necesidad de ti para creer mejor en el advenimiento de esa sonrisa. Tengo necesidad de ayudarte a vivir. Te veo tan débil, tan amenazado, arrastrando tus cincuenta años a lo largo de horas y horas, para subsistir un día mas, en la vereda de cualquier almacén pobre, tiritando al abrigo precario de una capa raida. Te siento, a ti que eres tan francés, en doble peligro de muerte, en tanto francés y en tanto judío. Siento el precio integro de una comunidad que ya no autoriza los litigios. Todos pertenecemos a Francia como partes de un mismo árbol, y yo servire tu verdad como tu hubieras servido la mía. Para nosotros, franceses que estamos afuera, en esta guerra se trata de desbloquear la provisión de semillas heladas por la presencia alemana. Se trata de ayudaros, a vosotros que estáis allá. Se trata de haceros libres en la tierra donde tenéis el derecho fundamental de desarrollar vuestras raíces. Sois cuarenta millones de rehenes. Las verdades nuevas se preparan siempre en las cuevas de la opresión: cuarenta millones de rehenes meditan allá su nueva verdad. Nosotros nos sometemos por adelantado a esa verdad.

Pues seréis ciertamente vosotros quienes nos enseñaran. No es nuestra misión aportar la llama espiritual a quienes, como una vela, la alimenta ya con su propia sustancia. Tal vez no leáis siquiera nuestros libros. Tal ves no escuchéis nuestros discursos. Nuestras ideas... es posible que las vomitéis. Nosotros no fundamos Francia, solo podemos servirla. Y sea lo que fuere que hiciéremos, no tendremos derechos a reconocimiento alguno. No hay medida común entre el oficio de soldado y el oficio de rehén. Vosotros sois los santos.

CRUCIFY

EL DESIERTO

Fragmento de "Carta a un rehén" de Antoine de Saint-Exupéry

Viví tres años en el Sahara. Soñé, también yo, después de tantos otros, con su magia. Cualquiera que haya conocido la vida en el Sahara, donde todo es aparentemente, mera soledad y desamparo, llora aquellos años, a pesar de todo, como los mas hermosos que ha vivido. Las palabras “nostalgia de la arena, nostalgia de la soledad, nostalgia del espacio” solo son formulas literarias y no explican nada. Pero ahora, a bordo de un paquebote hormigueante de pasajeros hacinados unos contra otros, me pareció que por primera vez comprendía el desierto.

Ciertamente, el Sahara solo ofrece hasta donde se pierde la vista, una arena uniforme, o mas exactamente -puesto que allí las dunas son raras- una grava guijarrosa. Allí uno se baña en las condiciones mismas del tedio. Y sin embargo invisibles divinidades nos construyen una red de direcciones, de pendientes y de signos, una musculatura secreta y palpitante de vida. Ya no es uniformidad. Todo se orienta. Ni siquiera un silencio se parece a otro silencio.
Hay un silencio de paz cuando las tribus están reconciliadas, cuando la noche recoge su frescor; es como si hiciéramos alto, con las velas recogidas, en un puerto tranquilo. Hay un silencio de mediodía cuando el sol suspende los pensamientos y los movimientos. Hay un silencio falso cuando el viento del norte ha cedido y la aparición de insectos arrancados como polen a los oasis del interior, anuncia la tempestad del Este, que trae arena. Hay un silencio de confabulación cuando se sabe, de una tribu lejana, que esta fermentando. Hay un silencio de misterio cuando se anudan los indescifrables conciliábulos entre árabes. Hay un silencio tenso cuando el mensajero tarda en volver. Un silencio agudo cuando se retiene la respiración, por la noche, para escuchar. Un silencio melancólico si se recuerda a quien se ama.

Todo se polariza. Cada estrella fija una dirección verdadera. Son todas estrellas de reyes magos, todas sirven a su propio dios. Esta indica la dirección de un pozo lejano difícil de ganar, y la extensión que los separa de ese pozo pesa como una muralla. Esa indica la dirección de un pozo agotado, y la estrella misma parece agotada, y la extensión que os separa del pozo seco no tiene pendiente. Aquella otra estrella sirve de guía hacia un oasis desconocido que los nómadas os han alabado, pero que la disidencia os veda, y la arena que os separa del oasis es césped de cuento de hadas. Tal otra indica la dirección de una ciudad blanca del Sur, sabrosa, al parecer, como un fruto que invita a hincarle los dientes. Aquella la del mar.

Por ultimo, polos casi irreales imantan de muy lejos el desierto: una casa de infancia que permanece viva en el recuerdo; un amigo del cual no se sabe nada excepto que es.

De tal modo os sentís tensos y vivificados por el campo de fuerzas que os atraen u os rechazan, os solicitan u os resisten. Os encontráis bien fundados, bien determinados, bien instalados en el centro de las direcciones cardinales.

Y como el desierto no ofrece ninguna riqueza tangible, como no hay nada que ver ni que oír en el desierto, se esta constreñido a reconocer -puesto que ahí la vida interior, lejos de dormirse, se fortalece- que el hombre esta animado al comienzo por solicitaciones invisibles. El hombre esta gobernado por el espíritu. En el desierto, valgo lo que valen mis divinidades.

SOFROSINE


8.8.10

HE VENIDO A DECIRTE QUE ME VOY

Imagen de Eduardo Alvarado en Santa Lucía de Ocón (La Rioja) durante el transcurso de la octava edición de "Arte en La Tierra" en Agosto de 2010.

Fotografía: Javier de Blas

NO FUTURE

FIRST ENCOUNTER

2010 óleo/lienzo 73 x 60 cm

GRANDES ESPERANZAS

BIOLUMINESCENCIA (A MARIA ORTEGA ESTEPA)

2010 óleo/lienzo 18 x 24 cm

ESTRELLA (A BARBARA ROSADO)

UNA REVISION NATURAL

08.08.10 - 02:39 - EL CORREO

Cinco artistas han integrado sus obras en el paisaje de Santa Lucía en 'Arte en la tierra'


El cosmos de la condición artística estableció ayer una fusión sensitiva con la naturaleza riojana más rural. Y lo hizo, como cada año, en los aledaños del municipio Santa Lucía de Ocón, que por octava edición consecutiva, inauguraba la exposición 'Arte en la Tierra', una iniciativa que comenzara en 2003 de la mano del artista canario de adopción riojana Félix Reyes. El pionero de esta actividad continúa aconsejando a los participantes de una propuesta que cada verano alcanza el privilegio de galería al aire libre cuya visita parece obligada para los adoradores del universo artístico.
En la cita de esta octava edición han sido cinco los artistas que, con la colaboración de los oriundos del municipio, participaron en el 'land art' e interaccionaron con la naturaleza de la villa de Ocón, proponiendo esta vez unas obras más íntimas y personales que en ediciones anteriores, donde la magnificencia era protagonista. El espectador también desempeña un cometido significativo por lo que las obras invitan a una reflexión personal donde cada uno puede extraer deducciones subjetivas.
El marco se descubre como el lugar ideal para la tradicional simbiosis de un arte que nace, cohabita y muere en la natura, y cuyo carácter efímero desafía la condición de perdurabilidad que toda obra lleva implícita. Y es que estas creaciones, como los elementos de la naturaleza, brotan para después desaparecer. Esto es 'Arte en la Tierra'. [...]


Eduardo Alvarado
El pintor más afortunado
Entre los artistas que han participado, durante las ocho ediciones, en la exposición 'Arte en la Tierra', quizá no ha habido uno tan privilegiado como el pintor Eduardo Alvarado. Así, al menos, se siente él mismo. No es para menos, porque es la primera vez que se realiza una exposición de pintura en la muestra de Santa Lucía. Pero además, tiene la concesión del pionero y fundador de la iniciativa, Félix Reyes, para colgar los cuadros en su casa.
Once pinturas con los pigmentos de la tierra que pretenden «revisar el género pictórico del paisaje, y acercar la reflexión». Las obras mantienen las connotaciones y materiales tradicionales y sugieren un cierto aspecto antropológico que combina lo humano con lo natural.
En estas ventanas a la naturaleza las piedras tienen un espacio protagonista: «fue un vecino el que cerró el bucle de mi reflexión» mientras buscaba qué reflejar en sus cuadros, explica Eduardo. «Me dijo que esta es una tierra de piedras. Miré al suelo, y era cierto». Es evidente por tanto, al observar las pinturas de Alvarado, donde los monolitos simbólicos siembre tienen un hueco, que Santa Lucía de Ocón y sus habitantes están volcados con el proyecto que hace ocho años inició Félix Reyes. Y es que la mera observación de un paisano derivó en una muestra pictórica.
Al fin y al cabo ésa es la idiosincrasia de 'Arte en la Tierra': conectar la creación original con los cimientos de la naturaleza.



Fotografía: Eduardo Alvarado

AT WORK (A RAFAEL LAFUENTE)

El pintor Eduardo Alvarado y el fotógrafo Rafael Lafuente en Santa Lucía de Ocón (La Rioja) durante el transcurso de la octava edición de "Arte en La Tierra" en Agosto de 2010.

fotografía: Javier de Blas

REVOLUTION!!! (A FRANÇOIS MÉCHAIN)

SANTA LUCIA DE OCON (A FELIX REYES Y ROSA CASTELLOT)

2010 grafito/papel 28 x 24,5 cm

EL MUSEO DEL PRADO

Cinco creadores 'esculpen' el paisaje de Santa Lucía de Ocón en la octava edición de 'Arte en la tierra' 
08.08.10 - 00:27 - LA RIOJA






Así debía de ser la Arcadia. Al menos durante una semana al año, Santa Lucía se parece al país mítico idealizado por los poetas y artistas renacentistas y románticos, donde reinaba la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por pastores en comunión con la naturaleza. Al menos durante una semana, este pequeño pueblo del Valle de Ocón deja a un lado sus preocupaciones mundanas y se entrega al arte. Allí donde el resto del año todo gira en torno al campo, el sol y la lluvia, donde las campañas son buenas si son abundantes y de calidad, esta semana se recoge una cosecha estética que sólo cabe en el granero del alma. Y a la vez, los artistas, urbanitas habitualmente encerrados en sus estudios o exhibidos en las galerías, se mezclan estos días con las gentes rústicas, aprenden de sus labores e intentan comprender las callosidades de sus manos. Unos y otros se confunden luego en una fiesta que llaman 'Arte en la tierra' y que esta vez, la octava desde que un quijote con acento canario y tipo riojano inventase esta utopía, ha reunido a cinco creadores muy diferentes que han intervenido en el paisaje hasta convertirlo en un particular museo del prado.
En su exitosa exposición 'Turner y los maestros', el Museo del Prado muestra un cuadro de Gaspard Dughet titulado 'Paisaje ideal'. En Santa Lucía, el pequeño y humilde pueblo riojano del Valle de Ocón, que poco tiene que ver con la universalmente célebre pinacoteca madrileña, pero sí mucho con el land art desde que en el 2003 comenzase voluntariosamente a celebrar 'Arte en la tierra', llevan todo este tiempo siendo realmente el paisaje ideal, al menos una semana al año. Y ayer fue el día de demostrarlo.
Aquí el paisaje no sólo sirve de modelo al artista, plantado frente a él con su caballete de campo y su maletín de pinturas, como harían aquellos viejos maestros románticos. Aquí el paisaje es inspiración, sí, pero también soporte, material, herramienta, técnica e incluso autor y espectador. Es el paisaje total. El paisaje ideal. «Es el cuadro pintado al revés», como explica Félix Reyes, creador y comisario de la muestra. «Una vez -cuenta- se nos ocurrió hacer que cada vecino pintase su casa del color establecido previamente en una panorámica coloreada de todo el pueblo».
No llegaron a realizar el proyecto: otra vez el paisaje ideal. Y no por falta de colaboración de los vecinos; los habitantes de Santa Lucía, desde los mayores a los más jóvenes, se vuelcan siempre con su amigo 'Felo' en esta hermosa locura veraniega que ya ha hecho pasar por la localidad a medio centenar de artistas en ocho ediciones, desde los pioneros Demetrio Navaridas, Óscar Cenzano, José Carlos Balanza, Carlos Rosales y Carmelo Argáiz hasta los de este año. Con ellos 'Arte en la tierra' ha ido evolucionando; sus obras, más o menos logradas, han aportado diferentes visiones de esa mezcla primitiva de arte y tierra, pero el concepto, el ideal del paisaje, se ha mantenido como la luz del sol sobre los campos.
De aquellos trabajos casi titánicos bajo el sol abrasador con que comenzó 'Arte en la tierra', aquellas grandes espirales excavadas sobre el cerro a base de tractor y arado o las grandes acumulaciones de pacas de paja y los acarreos de rocas, se ha tendido a obras más intimistas y de menor formato, acaso más poéticas. La presente edición, inaugurada ayer tarde, es el mejor ejemplo: tres instalaciones comparten casi el mismo espacio, el bosquecillo que rodea la ermita del Carmen, y las tres además tienen la madera como protagonista.
Del exterior al interior
María Ortega se recrea en «el universo de las pequeñas cosas» y reflexiona con aparente sencillez pero con indudable sensibilidad sobre la relatividad del tiempo: la edad lenta y larga de los árboles frente al vértigo de la dimensión humana, vistas ambas a través de los anillos concéntricos de los troncos.
Bodo Rau, camaleónico, experimenta a propósito de la simbiosis entres especies, a veces beneficiosa, otras no tanto. Él hace dialogar arte y naturaleza en sentido positivo mediante esculturas que simulan ser ramas curvas alrededor de los olmos; y con connotaciones de denuncia en una serie de fotografías de troncos sobre esos mismos troncos, pero con heridas sangrantes y abiertas que hablan del dolor del medio ambiente.
Como habla de lo natural y lo artificial el viejo armario de Manuel Pérez, que ha regresado a sus orígenes de madera; de lo cotidiano y lo extraño, de lo íntimo y lo público, interior y exterior, masculino y femenino... Paradojas visuales, metáforas a campo abierto.
Nada decorativo, siempre combativo, ecologista y anticapitalista es el mensaje de François Méchain, que, ya fuera del bosque y la madera, en una era que domina el pueblo, recrea un mundo opulento e hiriente a la vez, como diamantes de sangre, pero de alambre de espino. Él, como un Atlas del arte, se compromete a sostener sobre sus hombros esa carga de todos. «Yo necesito el contacto con la tierra», afirma este singular artista, con un amplio bagaje en arte en el paisaje.
Comparado con él, Eduardo Alvarado es un recién llegado, y sin embargo, ha interiorizado como nadie la experiencia en la naturaleza: «Siempre pretendo que la pintura se exprese a través de mí y no al revés», asegura. Quizás por esa actitud de medium, su obra, siendo la de factura más tradicional y la única que se expone en un espacio cerrado, es la que más aprende del paisaje, la que más lo aprehende en sentido filosófico: llegando a la esencia sin juzgar, sin afirmar ni negar. «Pintar del natural aquí es pintar lo natural -explica-, pintar una piedra como si fuera un desnudo o un autorretrato». Como pintarse a sí mismo, como si él fuera esa piedra. Él es esa piedra. El paisaje interior. Paisaje ideal.
Regreso a la Arcadia
Turner y sus amigos se quedarían impresionados con la luz del Valle de Ocón en el crepúsculo, como se quedan, año tras año, los amigos de 'Felo', el verdadero artífice de esta Arcadia maravillosa. Ese quijote es el escultor canario-riojano Félix Reyes, Galardón de las Artes de La Rioja 2002, vecino de Santa Lucía y su verdadero impulsor en el terreno artístico, junto con su esposa, la pintora Rosa Castellot.
Esta pareja ha engendrado una gran prole de artistas, los ha cobijado en su casa, los ha sentado a su mesa, los ha cuidado... Les ha dado libertad para desarrollar sus proyectos y les ha ayudado a levantarlos. Junto a ellos, los vecinos del pueblo se suman siempre a las labores y comparten su orgullo cuando recorren la exposición el día de la inauguración, como ayer, entre amigos, visitantes y alguna autoridad. 'Arte en la tierra' sólo precisa un apoyo institucional y económico (que aportan la Consejería de Cultura y Fundación Caja Rioja) de 25.000 euros para sobrevivir. ¿Qué serían capaces de hacer con más?
Da lo mismo; a veces no es cuestión de dinero. A veces el mundo se toma un respiro. A veces no todas las páginas de los diarios las ocupan desastres y vergüenzas. A veces se hace sitio al arte por el arte. A veces el tiempo es agradable, la gente, hospitalaria y el paseo, hermoso: bajo el verde del encinar, sobre los campos amarillos, las cosechadoras han dibujado sin querer otro paisaje, acaso un paisaje ideal que sugiere que no siempre las cosas son lo que parecen y que el cuento puede cambiar si uno lo intenta: que no siempre labora la hormiga y canta la cigarra.





VUELVE ARTE EN LA TIERRA


fotografía: Javier de Blas

PARAISO PERDIDO